En el desarrollo evolutivo de todos los niños aparece una etapa (entre aproximadamente los dos y los seis años) que resulta especialmente agotadora para los padres y cuidadores y que puede variar en intensidad en cada niño. Hablamos de la etapa de “las rabietas o berrinches”, de forma correcta hablamos del desborde emocional. Los niños al tener desregulaciones muestran su inmadurez psico-biológica.
Podemos tratar de redirigir la conducta, si aún no está muy inmerso en el desborde.
Tocar o no tocar al niño, depende de cada uno. Sería ideal abrázalo suavemente para ayudar a la autorregulación. Si lo permite.
Durante la “desregulación” no intente razonar, su cerebro racional, está secuestrado por su cerebro reptil o primitivo.
Use palabras cortas y simples. Elimine los discursos, o la típica frase “eso no es nada, o no paso nada”, ya que sí está pasando algo, y algo importante para el niño.
Estrategias específicas.
- El adulto es el primero que se debe calmar, para poder modelar la calma.
- Usar un tono de voz suave que invite a la conexión (sin gritos, premios o castigos). Enfóquese en el vínculo.
- Empatizar con la necedad del niño (no con el deseo).
- Validar la tormenta cerebral que está pasando el niño.
- Ofrecer un abrazo.
- Si le permite respirar profundamente juntos.
- Posterior al evento, hacer una corrección guiada, y ofrecer ideas para expresar sus emociones en e l futuro.
- Moverlo de lugar si es necesario, a un lugar más seguro.
- Mucho amor, conexión, validación, empatía y flexibilidad.
Como dice una famosa frase, SEA LA CALMA EN EL TORMENTA de su hijo.