Muchos padres reconocen los efectos dañinos de los castigos físicos y verbales. Saben que gritar, abofetear, pegar y dar nalgadas enseña violencia, destruye la autoestima, crea enojo, interfiere con el aprendizaje y daña la relación entre los padres y los niños.
Pero saber qué no hacer, es sólo el primer paso; los padres se preguntan qué deben hacer en lugar de castigar.
Desafortunadamente, la mayoría de los libros y artículos actuales de crianza recomiendan «alternativas», las cuales en realidad son castigos alternativos, como el tiempo fuera, negación de permisos y las llamadas «consecuencias lógicas o naturales».
Todos estos métodos tienen mucho en común con los castigos físicos, y transmiten los mismos mensajes: a los padres no les interesan las necesidades no satisfechas que ocasionan la conducta y que toman una injusta ventaja de su tamaño y poder sobre el niño.
¡Hay pocas alegrías más grandes en la vida que permitir a nuestros niños enseñarnos lo que es el amor!
Más significativamente, estos actos le dicen al niño que alguien al que él ama y en el que confía, le quiere causar dolor. Este es un mensaje «para volverse loco», porque es muy extraño para el entendimiento intuitivo de los niños sobre cómo debe ser el amor.
Finalmente todos estos métodos hacen que se pierdan las mejores oportunidades para aprender. Hacen que los niños tengan fantasías de venganza lo que los distrae de enfocarse en la situación real que tienen a la mano. Las verdaderas alternativas a los castigos son aquellas que ayudan al niño a aprender y crecer de una forma sana.
Aquí hay veintidós alternativas que dan mensajes positivos y amorosos:
- Prevenir la conducta no deseada cumpliendo las necesidades de los niños cuando sean expresadas. Con sus necesidades satisfechas, el niño está libre de moverse a la siguiente etapa de aprendizaje.
- Proveer un ambiente seguro y adecuado para los niños. No tiene caso tener tus cosas preciadas al alcance de un bebé o niño pequeño, cuando simplemente se pueden poner fuera de su alcance hasta que el niño esté lo suficientemente mayor para manejarlas cuidadosamente.
- Aplicar la Regla de Oro. «Piensa cómo te gustaría ser tratado si estuvieras en las mismas circunstancias de tu niño». La naturaleza humana es la naturaleza humana, no importa la edad.
- Muestra empatía por los sentimientos del niño, aún si la conducta del niño parece ilógica, los sentimientos y necesidades subyacentes son reales para él. Declaraciones como «te ves muy triste» es una buena forma de mostrar que estás del lado del niño.
- Valida los sentimientos del niño para que él sepa que tu entiendes y que te importa, y que nunca será rechazado por tener ningún sentimiento en particular. Por ejemplo, «Eso me asustaba a mi también cuando yo era niño».
- Cumple la necesidad subyacente que lleva a la conducta. Si castigamos la conducta externa, la necesidad no satisfecha continuará surgiendo en otras maneras hasta que esté finalmente cumplida. Preguntas como «¿Estas enojado porque hoy he estado mucho tiempo en el teléfono? ¿Te gustaría que fuéramos a caminar juntos?» pueden ayudar al niño a sentirse amado y entendido.
- Cuando sea posible, encuentra una solución «ganar-ganar» en la que se cumplan las necesidades de todos. Para aprender herramientas de resolución de conflictos, considera tomar un curso de Comunicación no Violenta.
- Asegúrale a tu hijo que es amado y apreciado. Las llamadas «malas» conductas frecuentemente son intentos de expresar su necesidad de amor y atención, en la mejor forma que ellos lo pueden manejar en el momento. Si él pudiera expresar su necesidad en una forma más madura, lo haría.
- Distraerlo de la situación que se ha vuelto demasiado estresante para resolver en el momento: «Tomemos un descanso. ¿Qué otra cosa te gustaría hacer»?.
- Asegúrate de que tú y tu niño han consumido alimentos nutritivos durante el día para que los niveles de glucosa se mantengan altos. Bocadillos pequeños y frecuentes es lo mejor.
- ¡Respira! Cuando estamos estresados, necesitamos más oxigeno, pero tendemos a hacer respiraciones cortas. Aún unas cuantas respiraciones profundas nos pueden ayudar a calmarnos y pensar más claramente.
- Nosotros no esperamos que un carro funcione a menos que tenga gasolina, no debemos esperar que un niño funcione lo mejor que el puede si su «tanque emocional» se está agotando. Dale las tres cosas que llenan el tanque emocional de los niños: contacto ocular, contacto gentil y atención individual.
- El té de manzanilla es muy relajante para niños y adultos. Si la Mamá que amamanta lo toma una hora antes de ir a dormir, puede ayudar a calmar al bebé. A los niños grandes les puede gustar el té de manzanilla helado o las paletas.
- Toma un tiempo fuera – con tu niño. Un cambio de escenario aún si es sólo un poco de tiempo afuera, puede hacer la diferencia para ambos, padres y niños.
- Toma una «Tarjeta de Crianza» para que te dé inspiración y aliento o crea tus propias tarjetas recordatorias.
- Ofrece un masaje. Un masaje a la hora de dormir puede ayudar al niño a dormir más profundamente, lo que le ayuda a recuperarse y a tener energía para el siguiente día.
- Dale elecciones. Los niños necesitan sentir que tienen voz. Ofrecer elecciones, aún si a ti no te parecen importantes («¿Cuál taza quieres, la azul o la roja?») Esto les ayudará a los niños a sentir que pueden decidir sobre su vida, especialmente si han tenido que lidiar con cambios recientes.
- Intenta susurrar. Cuando la tensión es alta, susurrar puede ayudar al niño a poner atención y también ayuda a calmar al padre.
- Dale tiempo al niño. Frases como «Dime cuando estés listo para compartir tu juguete/ subirte al asiento de seguridad/ ponerte tu abrigo» darán al niño la sensación de autonomía y harán que sea más fácil para ellos cooperar.
- Date tiempo. Cuenta hasta 10 (en silencio). Algunas veces necesitamos un poco de tiempo para pensar las cosas más claramente y verlas más objetivamente.
- Recuerda que los niños crean imágenes de nuestras palabras: «ve más despacio» es más efectivo que «NO corras». La primera frase crea una imagen de ir más despacio, mientras que la segunda crea una imagen de alguien corriendo (la palabra «no» es demasiado abstracta como para superar la más concreta y convincente imagen de correr). Igualmente, una petición específica es más efectiva que una general: «Por favor deja el vaso» en lugar de «TENGA cuidado».
- Pregúntate a ti mismo «¿Cuando me acuerde de esto me reiré?» Si es el caso ¿Por qué no reírse ahora? Crea un recuerdo que te gustaría tener cuando te acuerdes de ese día.
De esta forma, nosotros podemos lograr la cooperación genuina que buscamos en estos momentos. Pero nuestra más grande recompensa será para toda la vida, ¡un vínculo amoroso y confianza mutua con tu hijo!
por Jan Hunt
Traducido por Marcela Araiza