Ser mamá es algo maravilloso, trascendental y a la vez es un camino de aprendizajes y desaprendizajes. Es la mejor forma de amar incondicionalmente a otro ser humano, que al nacer es totalmente dependiente y poco a poco va logrando una independencia sana y progresiva.
Ser mamá es un aprendizaje diario, un camino que nos acompaña a lo largo de la vida. Pero antes de ser madres, somos mujeres; por tanto es fundamental entrelazar la maternidad a nuestro rol de mujeres, de una forma sana y respetuosa en ambos sentidos, tomando en cuenta que el respeto debe ser siempre mutuo.
Durante nuestro recorrido en la maternidad y en la crianza de nuestros hijos, nos encontramos con muchos retos, la mayoría propios del desarrollo. En ocasiones nos sentimos perdidas sobre cómo responder a esos desafíos y tendemos a repetir lo que vivimos en nuestra infancia, en muchos casos, cosas maravillosas y en otros cargamos con una infancia herida que se activa en nuestra labor maternal, lo que muchas veces nos lleva a reaccionar en lugar de conectar.